Autobiografía-Humor

Redacté mi autobiografía de una manera simple, algo “coloquial”, como una conversación entre amigos, para hacerla un poco más amena. Pretendo que sirva como información complementaria acerca de las publicaciones humorísticas en las cuales trabajé en Cuba, entre 1960-1970.

Publiqué mi primer dibujo a los 14 años, en el suplemento semanal humorístico El Pitirre del periódico La Calle, en 1960. Fue una ilustración para un cuento escrito por mi tío Fresquito Fresquet, quien también es caricaturista. 

La mayoría de los dibujantes y escritores eran adultos que doblaban mi edad; incluso, algunos de ellos, más del doble. El suplemento fue mi gran escuela de aprendizaje en un ambiente de camaradería donde no existían las rivalidades profesionales ni la envidia. Un lugar donde el respeto mutuo predominaba por encima de cualquier estilo de dibujo y del contenido de cada obra. Se respiraba un ambiente de trabajo con una relativa libertad creativa dentro de la línea editorial del periódico que era fiel a la Revolución.

Allí conocí a los mejores caricaturistas de la época que trabajaron para el suplemento: Fornés, Fresquito, de Armas, Nuez, Chago, Sergio, Vidal, Lazo, Fremez, Val, Guerrero, Felo Díaz, Posada, Ardión, Bachs, los que me brindaron sus conocimientos sin reservas y con los que mantuve una larga y bella amistad, aún después del cierre definitivo de El Pitirre en 1961.

Continué mis estudios en el instituto pre universitario y en la escuela de diseño. Años después, comencé a trabajar como diseñador en el semanario Palante, situado en calle San Ignacio de la Habana Vieja. En aquel momento, el semanario estaba dirigido por Gabriel Bracho Montiel, un escritor y humorista de origen venezolano.

El ambiente de trabajo en Palante –si bien no tenía ningún parecido con el de El Pitirre–, era agradable y muy amigable. En esta ocasión, trabajé con Bracho Montiel, Cardi, Mitjans, Zumbado, Betan, Wilson, Aristide, Blanquito, Ñico, Val, Fresquito, Felo, Pecruz, Miguelito, Pitín, Delga... con los cuales también mantuve excelentes relaciones profesionales y de amistad que duró por muchos tiempo.

En los primeros años que trabajé en Palante con Bracho Montiel, los caricaturistas y escritores tenían algunas pequeñas libertades creativas –siempre dentro del principio trazado por el gobierno–, pero las ideas de las caricaturas eran creaciones libres de los propios artistas, no dirigidas desde “arriba”. Es decir, desde el gobierno o del Partido Comunista.

Todos los jueves se celebraba una reunión de trabajo, a la que llamaban “el colectivo”, donde los escritores y caricaturistas, junto con la dirección, escogían los temas a tratar. El más sobresaliente o importante, se destinaba para la portada. Posteriormente, los caricaturistas creaban y dibujaban sus ideas libremente. A continuación, se seleccionaba la mejor caricatura para la portada. Y, de ahí, diseño y directo a la imprenta. 

En cierto modo, había un mínimo espacio –casi imperceptible– para la creación libre, siempre, repito, basado en los parámetros establecidos por el gobierno.
Después de la salida de Bracho Montiel del semanario, se inició una etapa diferente para Palante con el nombramiento de un nuevo director enviado por el Partido Comunista.

El nuevo director, que anteriormente había sido administrador del periódico La Calle y de El Pitirre, ahora, se estrenaba como director de un semanario humorístico. Junto con su nombramiento, se ordenó el traslado de las oficinas del semanario para un edificio que había sido sede de otro periódico en Centro Habana dentro del Barrio Chino. 

Durante el corto período que duró en el cargo, el nuevo director introdujo algunos cambios editoriales muy próximo al estilo de El Pitirre, pero estos no llegaron a cuajar plenamente debido, principalmente, a que los humoristas de Palante aún conservaba muy arraigadas las tradiciones de Zig-Zag.

En 1964, fue nombrado otro director. Esta vez, un poeta, también enviado por el Partido Comunista. Este director-poeta implementó cambios radicales en la creación de las caricaturas y los escritos. Ahora las ideas y los contenidos venían “empaquetados desde arriba” –léase Partido– para ser elaborados por los humoristas. El director-poeta era simplemente el hilo conductor de comunicación entre el Partido Comunista, los escritores y los caricaturistas. Y el público, era el receptor.

Todas las caricaturas y textos, después de terminados, eran enviado al Departamento de Prensa del Partido Comunista para su aprobación y autorización para publicarlos.

En una reunión del “colectivo”, hice algunas observaciones acerca del nuevo método de trabajo, donde la creación era dirigida por funcionarios sin ningún conocimiento de la sátira y el humor. De hecho, dije que el método de trabajo no dejaba espacio para la libre creación. En mis comentarios, evité decir “libre opinión”, temiendo graves consecuencias, pero no me sirvió de mucho, semanas después fui expulsado del semanario por falta de respecto a la dirección.

Meses después, tuve un encuentro casual con el dramaturgo y guionista de programas humorísticos, Marcos Behmaras. En aquel momento, Marcos era el director del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) y director del suplemento humorístico El Sable.

Almorzamos juntos en la cafetería situada en los bajos del edificio del ICRT. Como era lógico, la conversación giró en torno a la ausencia de mis caricaturas en la prensa y de mi expulsión de Palante. Continuamos hablando en su despacho, estando allí, Marcos me ofreció el cargo de director artístico de El Sable.

Durante varios años trabajé en El Sable bajo la dirección de Marcos Behmaras, con el destacado dibujante Virgilio Martínez, y los caricaturistas, Manuel Hernández, Luis Ruíz, Posada, Ardión y Hernán H. –este último creador de las historietas de Gugulandia. Con todos ellos, siempre mantuve muy buenas relaciones profesionales y sólidas amistades.

Después de la muerte accidental de Marcos Behmaras, El Sable cambió de nombre y de director en dos ocasiones. Primero se llamó La Chicharra, un fracaso total como semanario humorístico, dirigido por un ex militar de las Fuerza Armadas, y finalmente, el DDT

Antes de este último cambio, ya había decidido alejarme de todos los semanarios humorísticos y dedicarme a trabajar como diseñador gráfico para revistas y otras publicaciones. Me declaré artista independiente para las caricaturas y las ilustraciones infantiles. De esta forma podría alejar mis ilustraciones y caricaturas del control del gobierno y tener una manera de subsistencia económica. Y pude lograrlo.     

           
       
Biografía

Luis García Fresquet comenzó a pintar a los once años, exhibe sus primeros dibujos a los doce y a los catorce publica su primera caricatura en el Suplemento Humorístico El Pitirre del Periódico La Calle, La Habana, Cuba. Estudió Diseño Gráfico y Periodismo en La Habana, su ciudad natal.

Considerado por la crítica como: “uno de los artistas más serios y constantes creadores cubanos, que se ha distinguido tanto en el ámbito nacional como en el universal” (Santiago Armada, crítico y humorista); y como: “un diseñador versátil, de indudable dominio de las diversas posibilidades adecuadas a las necesidades específicas de la comunicación” (Félix Beltrán, diseñador y profesor de Diseño de Universidad Autónoma de México), Fresquet ha desarrollado una ascendente y destacada carrera artística, avalada por numerosos premios.

García Fresquet ha exhibido sus obras en varias exposiciones personales en Cuba, México, y en España en las ciudades de Barcelona, Valencia, Madrid, La Coruña y Alcalá de Henares. También participó en muchas exposiciones colectivas en Cuba, Canadá, Bélgica, Bulgaria, Checolosvaquia, Hungría, Rusia, Polonia, México, España, Estados Unidos y Portugal.

Como ilustrador de libros para niños ha obtenido premios y elogios de la crítica especializada: “Fresquet deja su impronta en todo lo que realiza, como un Rey Midas: sus ilustraciones para los libros infantiles lo corroboran.” (Waldo González, poeta y crítico). Fresquet ha ilustrado, entre otros, los libros: “Palomar” de Dora Alonso; “Cuentos de Sol y Luna” de Enid Vian; “La Boda de Anita y Aniceto” de Nury Rodríguez; “Poemas y Canciones” de Waldo González, y la “Cartilla para la enseñanza de Español”, publicado por Santillana USA para las escuelas en la Florida.

Su libro de caricaturas “Yo, Tú, Él y el humor”, publicado por la Editorial de Prelo de Portugal y Pluma en Ristre de Cuba, 1970, fue considerado por la crítica como un éxito del humorismo cubano de vanguardia. En 2016, se publicó la tercera edición del libro y fue presentado en la Feria Internacional del Libro de Miami, Estado Unidos de ese mismo año.

García Fresquet ha sido director artístico y diseñador de varias revistas y periódicos en Cuba, España y Estados Unidos. Durante más de catorce años fue Director Artístico de las revistas Construcción Panamericana y Minería Panamericana, ambas, publicadas en Miami Dade, Florida, hasta que la editorial fue vendidas a una empresa radicada en Inglaterra. Actualmente es diseñador freelance de la Editorial Universal de Miami.

Reside en Miami, Florida desde 1998 y trabaja como diseñador gráfico freelance.